Deidad en el Prado.
¡¡Buenas serendipixs!!
Para esta entrada os vengo a hablar de dos de mis cosas favoritas, estas son la historia del arte, sobre todo la pintura y la mitología grecorromana. Ambas las cursé en segundo de bachillerato y vi lo útiles e interesantes que pueden llegar a ser, pese a los típicos comentarios “no sirven para nada”.
Para esta entrada os vengo a hablar de dos de mis cosas favoritas, estas son la historia del arte, sobre todo la pintura y la mitología grecorromana. Ambas las cursé en segundo de bachillerato y vi lo útiles e interesantes que pueden llegar a ser, pese a los típicos comentarios “no sirven para nada”.
E mi último año, cursé también una asignatura llamada proyecto de investigación
y en él decidí tratar e investigar la relación entre la mitología y las obras
del Museo del Prado, encontrando como
detrás de muchas pinturas se esconden los relatos más conocidos de la mitología
y en eso empleare esta entrada en mostraros parte de mi trabajo, puesto que me
resulta bastante interesante.
Rapto de Europa de Rubens
Europa, hija del rey Agenor, estaba un día en
la playa con sus amigas cuando fue vista por Zeus, quien en seguida se sintió
atraído por la belleza de la joven. Para acercarse a la doncella sin levantar
sospechas el dios se metamorfoseó en un toro blanco y resplandeciente: con esta
forma Zeus se acercó y sentó a los pies de la joven. Europa, temerosa en un
principio por la presencia del animal, poco a poco fue cobrando confianza y
empezó a acariciarlo.
Fue tanta la confianza que cogió que llegó a
sentarse sobre el lomo del animal, el cual aprovechó la ocasión para levantarse
y adentrarse en el mar llevándose a la joven consigo, sentada en su lomo y
aferrada a sus cuernos. A través del mar ambos llegan hasta la isla de Creta,
donde el dios y la mortal se unieron a la sombra de unos árboles que, en
recuerdo de dicho acontecimiento, nunca perderían sus hojas.
De este amor nacieron tres hijos: Minos,
Sarpedón y Radamantis. Además, Europa recibió tres presentes: Talo (un autómata
de bronce encargado de vigilar las costas de Creta), un perro que no dejaba
escapar ninguna presa y una jabalina que nunca fallaba el blanco. Después Zeus
casó a Europa con Asterión, rey de Creta, quien adoptó los hijos de Zeus por no
tenerlos propios. Finalmente, el toro cuya forma había adoptado Zeus se
transformó en una constelación y pasó a ser un signo del Zodiaco.
Otra curiosidad de este mito y del cuadro es que aparece en algunas monedas de dos euros.
Saturno devorando a sus hijos de Goya.
De entre los Titanes, Crono es el más joven.
Los Titanes son, junto con los Hecatonquiros, Cíclopes y Titánides, los
descendientes de Urano (el cielo) y Gea (la tierra) y, por tanto, parte de la
primera generación divina, antecesora de Zeus y los dioses olímpicos.
Cuenta la historia que Urano odiaba a toda su
descendencia y que, por eso, la mantenía retenida en el Tártaro, la región más
profunda del mundo, sumida en la oscuridad. Pero un día Gea, harta de esta
situación, decidió liberar a sus hijos y, para ello, quiso contar con su ayuda.
Sin embargo, todos le negaron su apoyo, a excepción del más joven de todos,
Crono. Este decidió vengar a su padre y tenderle una emboscada: armado con una
hoz, esperó a la noche ̶ cuando el cielo
cubre a la tierra ̶ , le cortó los
testículos y los arrojó al mar. De la sangre que brotó y que cayó sobre la
tierra nacieron las Erinias, los Gigantes y las Melíades (Ninfas de los
fresnos); mientras que de los genitales caídos en el mar surgió Afrodita.
Tras la venganza, Crono pasó a ocupar el
lugar de su padre en el cielo y, como este, encerró a sus hermanos en el
Tártaro. Casó con su hermana Rea y, dado que una premonición le había advertdio
de que uno de sus descendientes lo destronaría, Crono fue devorando uno a uno
los hijos que con ella tenía (Hestia, Deméter, Hera, Hades y Posidón). Pero un
día Rea, harta de verse privada de toda su estirpe, decidió huir para dar a luz
al hijo que llevaba en su vientre: Zeus. Ocultando al niño en una profunda
caverna, Rea dio a Crono una piedra envuelta en pañales, que fue devorada sin
sospecha alguna.
Cuando Zeus creció decidió vengarse de su
padre y, con la ayuda de Metis, le dio a Crono un preparado que le hizo vomitar
a todos sus hermanos. Estos se unieron a Zeus y le declararon la guerra a
Crono, quien contaba con la alianza de sus hermanos los Titanes. La guerra se
prolongó durante diez años y fue finalmente ganada por Zeus, ya que contó con
la ayuda de los hermanos de Crono, a quienes había liberado. Tras la victoria, Crono
y los Titanes fueron encerrados de nuevo en el Tártaro, vigilados por los
Hecatonquiros.
El tema de Saturno está relacionado, según
Freud, con la melancolía y la destrucción, y estos rasgos están presentes en
las Pinturas negras. Con expresión terrible, Goya nos sitúa ante el horror
caníbal de las fauces abiertas, los ojos en blanco, el gigante avejentado y la
masa informe del cuerpo sanguinolento del supuesto hijo.
Saturno es representado como un anciano con
larga y espesa barba blanca, con una hoz en la mano. Es el emblema del tiempo y
lo simboliza como algo muy antiguo que todo lo destruye y acaba.
Las tres gracias
En la mitología griega, las Cárites o Gracias
(en griego Χάριτες, en latín Gratiae) eran las diosas del encanto, la belleza,
la naturaleza, la creatividad humana y la fertilidad. Habitualmente se
consideran tres, de la menor a la mayor: Aglaya (‘Belleza’), Eufrósine
(‘Júbilo’) y Talia (‘Floreciente’).
Las Cárites solían ser consideradas hijas de
Zeus y Eurínome, aunque también se decía que eran hijas de Hera, de Dioniso, o
de Helios y la náyade Egle. Homero escribió que formaban parte del séquito de
Afrodita. Las Cárites estaban asociadas asimismo con el inframundo y los
misterios eleusinos. El río Cefiso cerca de Delfos estaba consagrado a ellas, y
tenían sus propias festividades, las Caritesias o Carisias, que son las fiestas
de "Acción de Gracias", en las que se practicaba el banquete
"Charistía", en el que se comía torta de miel llamada piramús en
honor de las Cárites. Las Gracias
habitan en el Olimpo, junto a las Musas, y protegen a los filósofos. Son las
diosas de la belleza, el encanto y la alegría. Su influencia se aprecia en los
trabajos del espíritu y en las obras de arte.
Aparecen desnudas y entrelazadas, una de
espalda y dos de perfil. Las figuras a su vez están enmarcadas por una fuente
clásica a su izquierda, propia de un jardín, y un árbol al lado contrario.
Rubens, para crear un espacio escenográfico que enmarcan a las Gracias, coloca
sobre sus cabezas una magnífica guirnalda de rosas colgada de las ramas del
árbol igual que sus ropas abandonadas. Era habitual que su segunda mujer,
Helena Fourment, posara como modelo, como hizo para esta tabla. Según Eugenio
d'Ors, la otra figura podría representar a su primera mujer, Isabel Brandt, lo
cual es posible aunque no verosímil.
Las hilanderas o la fábula de Aracne (Velázquez)
Ambas estuvieron tejiendo durante un día. Atenea
representó a los dioses en todo su esplendor, sin embargo Aracne representó a los
dioses como locos y borrachos. Cuando vio que el trabajo de Aracne insultaba a
los dioses se enfadó y rajó la tela. Aracne se dio cuenta de que había ofendido
a los dioses, salió corriendo e intentó suicidarse. Atenea se apiadó de ella,
le salvó la vida pero, para castigarla, la convirtió en araña y la condenó a
tejer para el resto de los tiempos.
La escena del primer término retrataría a la
joven a la derecha, vuelta de espaldas, trabajando afanosamente en su tapiz. A
la izquierda, la diosa Atenea finge ser una anciana, con falsas canas en las
sienes. Sabemos que se trata de la diosa porque, a pesar de su aspecto
envejecido, Velázquez muestra su pierna, de tersura adolescente. Atenea levanta
la mano frente a otra joven, Aracne, delante de un tapiz que representa el
rapto de Europa y reproduce fielmente el cuadro del mismo tema realizado por
Rubens.
En el fondo, se representa el desenlace de la
fábula. El tapiz confeccionado por Aracne está colgado de la pared; su tema
constituye una evidente ofensa contra Palas Atenea, ya que Aracne ha
representado varios de los engaños que utilizaba su padre, Zeus, para conseguir
favores sexuales de mujeres y diosas. Frente al tapiz, se aprecian dos figuras.
Son la diosa, ataviada con sus atributos (como el casco), y ante ella la humana
rebelde, que viste un atuendo de plegados clásicos. Están colocadas de tal
manera que parecen formar parte del tapiz. Otras tres damas contemplan cómo la
ofendida diosa, en señal de castigo, va a transformar a la joven Aracne en araña,
condenada a tejer eternamente.
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